Estoy viendo El tiempo de la felicidad, de Manuel Iborra. Es como estar también en Ibiza, trasladando este verano hacia principios de los setenta. Es una de esas películas que me despiertan la clase de sensaciones en las que me gusta recrearme. Como esta sonrisa permanente que ahora me cuesta relajar.
Un verano en la playa puede dar para mucho. Para esta familia este es el tiempo de buscarse, cada uno a sí mismo y también a los demás. Básicamente todo aquí es amor. Como el de la madre, Verónica Forqué. El suyo es incondicional y lo recibe todo con la ternura de quien no cuestiona a sus hijos. Era actriz, pero sacrificó su carrera para dedicarse a ellos y así nació su ocupación como escritora.
Me divierte la relación fraternal de María Adánez y Silvia Abascal, quienes aquí vuelven a ser las hijas de la Forqué. Es el mismo trío de chicas de Pepa y Pepe, aquella estupenda serie planteada también por Iborra con el desenfado y el espíritu entrañable que encuentro aquí. Alegrías y tristezas en ese verano. También la zozobra de los pensamientos de futuro. Eso es lo que les ocupa, que no es poco.
Diálogos llenos de ingenuidad, humanidad. "Ser pintora me llevará hacia adentro, pero la música me llevará hacia afuera" -Silvia Abascal decide que en vez de a la pintura, prefiere dedicarse a cantar-. La Adánez sueña con hacer una audición con Nuria Espert y frivoliza planteándole a su madre lo que piensa hacer con respecto a un posible nuevo amor... "Como le quites el novio a tu hermana te la cargas", le responde la Forqué.
Pepón Nieto hace el papel del hijo mayor, el que necesita más ayuda de todos y despierta todas las simpatías. Se enamora de la más hippie de la isla, una alocada Clara Sanchís a quien la muerte de Janis Joplin le duele en el alma. Es una más de las almas libres del Mediterráneo. Como el cartero. Reparte el correo y con éste entrega también versos de Sylvia Plath, contribuyendo a un juego literario con las chicas.
El tiempo de la felicidad será uno de esos veranos en los que algunas vidas pueden dar un giro inesperado o encontrar un sentido, una nueva dirección. Como se dice en la película, en el fondo todos vivimos de sueños, aunque sepamos que lo son. Y a veces algo los hace reales.
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