miércoles, 31 de diciembre de 2014

Llega 2015

2015 ... El nombre no está nada mal, ¿eh?

Dentro de unas horas lo estrenaremos. Espero que lo recibáis bien envuelto. Y que disfrutéis mucho quitándole su gran lazo y su brillante papel. 

Aunque, sobre todo, deseo que su contenido sea tan bonito como podáis imaginar. 

Para todos los que seguís pasándoos por por aquí, un cálido abrazo y  ¡FELIZ AÑO NUEVO!

jueves, 18 de diciembre de 2014

Cuento de Navidad


Un árbol lleno de vida 

Algo lo despertó. No fueron las luces, pues quedaron apagadas a medianoche. Tampoco pudo ser el ruido del tráfico, ya que en la plaza apenas sí se sentía. Fue más bien algo similar a un llanto.

Trató de volver a dormirse, pero aquel sonido regresó a sus oídos. Necesitaba hacer algo para callar el lloriqueo que provenía de más abajo. Así pues, se descolgó de su rama y comenzó a descender dando saltos. Procuró no molestar a los demás, intentando que las bolas no se bamboleasen a su paso. Sorteó los enormes lazos rojos, esquivó los cables de las luces y evitó enredarse con las finas guirnaldas que ese año eran novedad. Las acículas le pinchaban los pies y maldijo el momento en que aquel operario se encaprichó de sus botitas.

El sollozo quedaba ahora más cerca, aunque aún debería abrirse paso entre la frondosidad. La luz de la ciudad apenas llegaba allá adentro, donde las ramas eran leñosas y el olor a resina le invadía la nariz. Cuando alcanzó el tronco, se detuvo a escuchar. ¡Sí, ya casi lo tenía! Tanteó la gruesa corteza hasta hallar una oquedad y se asomó a ella con mucho sigilo.

Era sorprendente encontrar en diciembre crías de ardilla, pero allí estaba: una ardillita que chillaba sin parar. En todos los años que llevaba de servicio, nunca le había ocurrido nada parecido. En el bosque alguien tenía que haberse asegurado de que aquel abeto no tenía moradores. Y, sin embargo, lo habían traído hasta allí con una pequeñina que ahora llamaba a su madre desesperada.

¿Qué podía hacer? Trató de calmarla sin éxito, así que decidió buscar ayuda. Regresó al exterior del árbol, donde ya no le importó agitar, sacudir y remover con tal de despertarlos a todos. Tras contarles lo sucedido, no tardó en contar con un buen grupo dispuesto a ocuparse del bebé de ardilla. Los renos le darían pelo para abrigarla y leche para alimentarla. Los angelitos le cantarían para dormirla. Un conjunto de campanitas sería su sonajero y unos cuantos duendes jugarían con ella.

Cuando volvió al tronco, supo al fin que el llanto surgido del pequeño hueco no tardaría en cesar. Y también tuvo la certeza de que aquella Navidad sería especial.


viernes, 4 de julio de 2014

Cuando las armas callaron

Se conmemora un siglo desde que comenzase la Primera Gran Guerra. Es momento de recordar, repasar, interpretar, tratar de entender. En televisión, algunos documentales y programas especiales intentan desenmarañar las fibras de una madeja que ya sólo los historiadores pueden desanudar.

Para mí, como para la mayoría, aparte de una inmensa laguna de conocimiento que nunca llenaré, la I Guerra Mundial es una bandada de textos e imágenes. Muchos leímos en los libros y vimos en las fotos y en las películas que fue entonces cuando la crueldad se hizo con instrumentos potentísimos para exacerbar sus consecuencias: millones de muertos entre el fango, el gas, las minas y los alambres de espino.

Estos días ha sido bonito leer una novela que habla de confraternizar en tiempos de guerra, When the guns fall silent, de James Riordan. Cierto es que no ahorra detalles de los momentos más cruentos y encarnizados que pueden darse en una guerra como la IGM. Pero -siempre desde la mirada del joven Jack, de 17 años, quien pasa por la más atroz prueba de madurez que cualquiera pudiera tener que afrontar-  también aborda uno de los pasajes más hermosos acaecidos entonces.

Entre los soldados alemanes y los aliados (aquí, concretamente, los ingleses) se pactó una tregua para celebrar la Navidad de 1914. Fue un alto el fuego espontáneo y provisional durante el cual los combatientes se mezclaron para cantar villancicos, jugar al fútbol e intercambiar bizcocho, licores y cigarrillos. Ese mismo episodio se cuenta en la película Feliz Navidad (Joyeux Nöel), del francés Christian Carion, producida hace una década y dedicada a quienes quieren salvar cualquier gota de humanidad que pueda haber en un hombre en mitad de una guerra.

Me gustó la película y me ha gustado este breve libro, repleto de cartas intercambiadas entre el soldado y su familia, haciendo siempre lúcidas observaciones acerca de lo que está ocurriendo. Es destacable, además, que todos los capítulos comiencen con fragmentos de poemas que aportan otros puntos de reflexión.

Hoy, simplificando todo lo interesadamente que puedo, me quedo con los aspectos más emotivos de una Cruzada que no condujo al mundo precisamente hacia la paz.

viernes, 27 de junio de 2014

El sueldo de Nescafé

Aunque decidamos no encomendarnos a ella permanentemente, es probable que todos creamos en la suerte. Por eso la tentamos de vez en cuando, por si acaso. Un billete de lotería para Navidad, una apuesta semanal de la Primitiva, la papeleta para la rifa de un jamón..., todos hemos puesto unos euros de confianza en la ínfima probabilidad de verlos devueltos en nuestro bolsillo felizmente multiplicados por n.

De vez en cuando sonrío al recordar el comentario de un antiguo compañero de trabajo que mencionaba a otro como "el del sueldo Nescafé". Éste, joven militar en la reserva, disfrutaba de un sueldo del Ejército aunque ya no prestase servicio activo en su correspondiente cuerpo. A esa remuneración se refería aquél con tanta sorna y acierto.

Más allá de los "extras" que algunos reciben más o menos merecidamente, están los que llegan con un golpe de suerte. De la misma manera que los "pluses" derivan del empeño y el tesón que se ha puesto en atraerlos, se debe cautivar a la fortuna con una dosis cierta de esfuerzo.

Por mi parte, siendo todo lo prosaico que puedo, voy a intentar atraparla en forma de sueldo Nescafé puro y duro. Ahora tengo al lado unos cuantos sobrecitos de café instantáneo que he ido guardando cada vez que me he tomado un descafeinado por acá y por allá. Unos sobre otros, conservan una franja superior rasgada, justo sobre las letras blancas de la conocida marca. La clásica taza roja humea sugerentemente, siempre invitando a tomarla.

Me ahorro reproducir el mensaje que informa de la retribución mensual que uno puede ganar si participa en la promoción. Sin más, será cuestión de introducir unos códigos en la web de la marca y, ¡oh, diosa de las dichas!, ya veremos.

miércoles, 18 de junio de 2014

Alcalá y Bulgaria

Lo que refleja con claridad el patente quiero-y-no-puedo de esa descuidada Noche en Blanco es el acto con el que se invita a la comunidad búlgara de Alcalá a compartir su cultura y tradiciones. En un recinto diminuto aunque agradable, varios bailarines y cantantes hacen gala de sus habilidades y trajes típicos.

Hasta aquí todo correcto, dado que el coro de voces búlgaras suena delicioso y que las danzas pueden seguirse con claridad, a pesar de toda la gravilla removida a cada pisada.

En un momento dado, vemos llegar al embajador de Bulgaria, acompañado de algunos de los archiconocidos rostros de la política local. Entiendo que su presencia quiere aportar un toque oficial a la inauguración de una exposición sobre el alfabeto búlgaro.

Con abundancia de palabras grandilocuentes, el alcalde y el embajador, entre continuos elogios mutuos, hacen una presentación de la exposición que se abrirá acto seguido en una sala contigua. Se trata de la recreación artística de todas las letras del albabeto búlgaro por medio de carteles creados por artistas de todo el mundo. Atractivo, ¿no?

Pero mis sospechas de que tanta pompa y boato son preámbulo de una exposición importante acaban desinfladas cuando en la sala que alberga los carteles no encuentro más que láminas de cartón pluma colgadas de cadenitas, sin una explicación clara de qué representa ninguna de ellas. Tampoco veo que la muestra se complete con información sobre el alfabeto cirílico, uno de los tres que utilizamos en Europa, aparte del latino y el griego.

Los inauguradores parecen muy satisfechos con el producto hasta que uno de los carteles se desprende de su cadena, va a dar contra el suelo y queda dañado en una de sus esquinas. El embajador mira alrededor, y su alrededor mira a su vez hacia más allá, en busca, tal vez, de alguien competente, capaz de arreglar el desastre.

En fin, ése es el instante en que, inundado de vergüenza ajena, uno debe abandonar el lugar, en busca de otros actos que ya han quedado marcados desde su inicio por la impronta de lo torpe y desmañado.

martes, 10 de junio de 2014

¿Noche en Blanco?

La Noche en Blanco de Alcalá de Henares suele ser un modesto remedo de la que se celebra bianualmente en la vecina Madrid. La cosa no tiene otra intención que "pasar unas horas en vela, hasta que la madrugada lo devuelva a uno a la realidad tras el disfrute de una noche divertida e hipnótica". Ésa podría ser la declaración de principios.

Dadas las dimensiones culturales de la ciudad complutense y los espacios que pueden utilizarse para el evento, cabe esperar de él resultados más que dignos. Sin embargo, éstos terminan sin alcanzar ese nivel de excelencia.

Pongamos un ejemplo de mediocridad: incluir en La Noche en Blanco al Museo Arqueológico Regional, cuyas puertas están siempre abiertas de forma gratuita, no parece que añada nada extraordinario al programa. Tampoco ocurre así con otros tantos monumentos, donde lo único insólito es que posterguen su hora de cierre hasta la media noche.

Este año, aparte de los conciertos que se han celebrado en varias plazas, muchos de ellos meritorios (fantástico el talento y calidad de los músicos de Boys of the Hills, acompañados del mítico integrante de los Chieftains, Kevin Conneff: música celta cien por cien), ha habido otros actos reducidos a una cata de aceites para cuatro personas, o a otra de vinos para un número similar de participantes; o qué decir de las dos chicas que han decorado manos con henna.

Con esto (y algo más) ha sido imposible que la madrugada le diese a uno en las narices con el primer rayo de sol, ya que la Noche pasa del Blanco al Negro no más allá de las tres de la noche. ¿Y qué queda? Pues poco más que los garitos de todos los fines de semana, donde creo que se habla poco de cultura.

miércoles, 4 de junio de 2014

Corazón en cuartos

El corazón se compartimenta.

Mi puño de vitalidad
tiene una sola puerta.
Cuartos, espacios para todo.

En un cajón guardo un tenedor.
Los recuerdos tiernos se mascan mejor.
La cazuela en la repisa
no sabe de pedazos.
Ni tampoco del fuego,
ahora frío.

Un grano de sal muerde
la cámara de las risas.
Cerrada algarabía con ventanas.
Habitación salada de mareas y de brisas.

Cuando niño,
latía mi centro
como una lata de tomate.

Armario ropero
cuya piel elástica
abre y cierra, abre y cierra,
se marcha y viene.

El que da la vida
también la debe.
Bomba de placeres y angustias.

La celda que encierra
los cuadernos del alma,
donde la condena se escribe
cada día, cada hora, cada instante.

viernes, 11 de abril de 2014

Nadador

El cuerpo quiebra
con burbujas
la piel del agua

Aire antes
del profundo trueno

Tras la explosión:
aire

El calor del fuego
hierve y envuelve
materias
aliento

Ebullición de manos y pies
secretas esencias
ingredientes nuevos
saltan
se rompen

Sudar sin sudor
lluvia pasmada
líquida distancia

El esfuerzo
escurre
por la espalda
sereno.

martes, 25 de marzo de 2014

Presidente

En televisión, las imágenes de la despedida al ex-presidente Suárez, acto solemne que discurre por las calles del centro de Madrid.

En este país tan escaso de consensos, hoy parece existir el relativo a la importancia de la figura de Adolfo Suárez. Todos coinciden en la relevancia de la labor de un presidente como él durante los inicios de la maltratada y ahora casi desaparecida democracia española.

He podido ver entre los asistentes algunas pancartas que dicen "Gracias, Presidente". Sospecho que, además de un reconocimiento, expresan un deseo claro, concreto, intenso. Me atrevo a traducir ese deseo como el sueño de muchos ciudadanos de llegar a contar con un jefe del gobierno para todos, como intuyo que Suárez intentó ser.

Ojalá nuestros presidentes gobernasen para todo el pueblo. Espero que el actual, los anteriores y los futuros tomen nota de este anhelo: un presidente para todos.

viernes, 14 de marzo de 2014

De padres e hijos

Recientemente he visto dos películas que hablan de la relación entre padres e hijos. Concretamente, niños de seis años. Ambas tocan lo tratado con absoluta delicadeza, maestría y buen gusto. Las dos son capaces de enganchar y conseguir que empaticemos con sus personajes, o con parte de ellos. Ambas son intensas y, a la vez, equilibradas. Películas, en fin, muy recomendables.

¿Qué hacemos con Maisie? es, sorprendentemente, la adaptación de una novela de Henry James, quien, ya a finales del siglo XIX, se atrevió con la historia de un divorcio en el que la hija única de sus protagonistas se convierte en el objeto que va y viene cual moneda de cambio.

De tal padre, tal hijo plantea el caso de dos parejas que, tras años criando a sus respectivos hijos, conocen que éstos fueron intercambiados en el hospital nada más nacer. Aquí tenemos el retrato de todos sus personajes, complejo y bien dibujado. Acaba haciéndonos pensar y conmovernos.

Encontrarse en el cine con la vida misma es, a veces, aterrador. Sin embargo, siempre es estupendo hallar buenas narraciones, ya sea sobre el papel, en un escenario o en la pantalla.

viernes, 31 de enero de 2014

En blanco

Al comienzo de cada mes uno se plantea no dejar a esta página huérfana de letras. Tal vez algo iluso, suelo confiar en que una cantidad adecuada de palabras narrará los hechos de una vida plagada de anécdotas, describiendo ideas, hechos afortunados y no tanto, plasmando invenciones y mentiras.

Pero un blog no puede ser testimonio de vida como si fuera un diario al que uno nunca se atreve a escamotear ningún detalle. Hay un ligero matiz delineado y coloreado por la privacidad que diferencia lo uno de lo otro.

Hoy repaso esta bitácora y encuentro en ella casi un mes en blanco. Si no viviera conmigo mismo podría pensar que aquí no ha pasado nada, que mis días no han tenido el más mínimo interés ni merecían ser contados. Pero sospecho que hay cosas que no llegan jamás a convivir con su trasunto virtual.

Podría haber llenado este espacio con una pequeña ficción, el relato de lo que les sucede a unos seres creados para un simple post. Pero enero no ha sido el mes de las historias de personajes que habitan un apartamento mental para terminar mudándose a unas páginas bajo fechas que nunca se repetirán.

Veremos qué ocurre en febrero.

jueves, 16 de enero de 2014

Dos puerros y cuatro pimientos

Casi todas las fruterías que me rodean son de la modalidad de "sírvase usted mismo". Llegas, te pones un nada práctico guante de plástico y te paseas por el lugar con una bolsa que también te has procurado tú mismo.

Hoy mi frutero tenía malas pulgas y, a mi entender, todo tenía que ver con sus cestas. En el suelo del pasillo, entre gavetas repletas de fruta, un señor había dejado una cesta mientras se servía, pongamos, unos tomates. El encargado ha pasado por su lado refunfuñando y apartando la cesta con el pie. El dueño de la misma se ha limitado a poner un gesto de extrañeza.

Y yo, que había entrado a la tienda a por sólo dos cositas, he recibido una regañina por dejar mis bolsas sobre unas manzanas rojas al tiempo que llenaba otra con unas amarillas. "A la entrada tiene cestas, no ponga sus cosas sobre la fruta", me ha dicho sin muy buenos modos.

Comprendo que la fruta es delicada y que no conviene cargar mucho peso sobre ella, pero creo que a esas manzanas no les iba a pasar nada por dejar encima de ellas la ligera tara de dos puerros y cuatro pimientos. "Mire, no he cogido una cesta porque no tenía previsto comprar mucho. ¿Le parece que vaya a por una para guardar los puerros y pimientos, la dejo en el suelo y, mientras escojo mis manzanas, espero a que usted le dé una patada?"

Podría haberle dicho eso, pero sólo me ha salido poner una cara de extrañeza similar a la que aún mantenía el otro cliente.