jueves, 20 de junio de 2013

El otro Gatsby

Quienes busquen reencontrarse con la maravilla escrita que es la novela de Scott Fitzgerald puede que queden decepcionados con esta película. Quienes acudan al cine para divertirse con este nuevo 'evento' del barroco Luhrman, ahí le van a encontrar, en su más puro estado.

El creador de este Gatsby no es el que nos dejó Australia sino exactamente el mismo de Romeo+Julieta y de Moulin Rouge. Personalmente prefiero a este último, contando a su manera la historia de un advenedizo que logra amasar una fortuna de la nada, rebelándose decidido a recuperar a la chica a la que ama después de cinco años separados. Supongo que para conseguir la creatividad perseguida a partir de una grandísima novela sin deshacerse de uno mismo a la hora de dirigir hay que despegarse de muchas cosas. Y Luhrmann hace básicamente espectáculo, con un punto transgresor e infractor que va aplicando en cada creación.

Fijémonos en las escenas más festivas. He disfrutado hallando paralelismos entre las tres películas del Luhrmann al que prefiero. Todas se parecen muchísimo, aunque cada una de ellas se desarrolle en una época diferente, dentro de su contexto concreto. Hay una secuencia en un piso al que Buchanan lleva a Carraway para reunirle con algunas ‘amigas’ en la que encuentro un toque de bohemia ya visto en otra secuencia del inicio de Moulin Rouge. La imaginería e iconografía en cualquier caso son comunes: los grandes carteles publicitarios en las calles, esas vallas que casi se convierten en un personaje más de la narración, el pulso frenético y alocado que se mezcla con el onírico e hipnótico, la potente amalgama de música y vídeo en un latido que seduce y engatusa...

Supongo que es mejor ver la película en versión original si se quiere oír las voces de los personajes a través de las de sus actores. La de Daisy decepciona en versión doblada al castellano. No decepciona, sin embargo, el resto de los sonidos del film. Brillantísimo el uso de la música, tanto la de los cantantes y grupos recopilados como la de la partitura de Craig Armstrong, que toma de esas canciones algunos leitmotivs y los declina con acierto. Inolvidable la intervención de Lana del Rey con una canción (Young and Beautiful) que aparece repetidas veces como un canto celestial. También sobresaliente la elección de Gotye y su Heart's a Mess, o de una vieja canción de U2, Love is Blindness.

Animo a los amantes de la novela a que vean la peli. Seguro que algo de ella les gustará.

jueves, 13 de junio de 2013

Gatsby

Tengo por aquí The Great Gatsby en la edición de Penguin que compré por sólo 99 peniques en ‘The Works’, una librería enmoquetada que había hace trece años en Oxford. Ignoro si la tienda sigue donde estaba (tecleo en Google... pues parece que sí... en Cornmarket St... ha cambiado su aspecto... también su logo... en fin; son los años). También ignoro si estos libritos de clásicos populares de Penguin siguen vendiéndose a tan buen precio como solían (vuelvo a teclear en Google y... bueno... digamos que han subido... más o menos al doble).

He rescatado de una estantería mi Gran Gatsby porque me picaba la curiosidad de saber si su portada se parecía en algo a la estética desplegada por Baz Luhrmann en su película. En ella me encuentro con la reproducción de un detalle de The Evening, una atractiva pintura de Delphin Enjolras. Gracias a su magia, estamos en los años veinte. No cabe duda por los peinados y los vestidos de las dos damas que aparecen en primer término. Junto a una mesa llena de elegantes copas, tazas y platos, ambas observan relajadas lo que acontece más allá de las enormes puertas acristaladas que dan paso a un jardín, donde otras muchas jóvenes disfrutan de una fiesta en torno a un estanque. Se trata de una reunión a la cálida luz de unas lámparas que dan un toque íntimo a la situación, algo habitual en las obras de este pintor francés.

Leí el libro unos años antes de comprármelo, en una traducción que tenían en mi biblioteca. Recuerdo que me gustó mucho, aunque no me acordaba bien del tono empleado por Fitzgerald en su narración a través del personaje de Nick Carraway. Hojeándolo, parece más analítico e introspectivo de lo que se presenta en la obra de Luhrmann. Aunque creo que no es sensato ponerse a comparar... Esta novela es uno de los grandes clásicos norteamericanos sobre la vacuidad del lujo, los sueños y el desencanto. Sin más.

De la película ya hablaremos.

miércoles, 5 de junio de 2013

Más momentuitos

Decía que, a pesar de verme enfrascado en algunas de ellas, no me gustan las redes sociales y que de todas Twitter me parece la más provechosa hasta ahora.

Y, en cuanto a lo de ir por la red dejándose retazos de uno... en fin, el jurado no tendrá en cuenta este blog para su veredicto. Aquí todo es voluntario y consciente (... a veces semiconsciente) y conste que si uno escribe por aquí es porque le gusta que le lean, al margen de los datos e identidades. Me temo que eso dice mucho acerca de lo sociable que uno pretende ser.

Aunque el blog pueda utilizarse también como plataforma de relaciones y sea halagador tener seguidores que toman parte activa en esta representación, lo cierto es que no está bien diseñado para la interacción en tiempo real.

Twitter, sin embargo, es puro intercambio. Dentro de la concisión, tiene la temperatura ideal para la complicidad y la reciprocidad. Es una fuente fugaz de información cuya nada desdeñable inmediatez es a veces pasmosa. Resulta ser tan rápido como caduco, paradigma quizás del periodismo más expeditivo. Es fuente de fuentes, puerta de acceso a infinidad de sitios, revelador de novedades, rescatador de archivos, catapulta para más de una buena y pesada bola, sonda de las querencias y quereres de muchos...

Y, por supuesto, la única restricción a la libertad que uno encuentra para ir soltando en Twitter sus brevedades son sus 140 caracteres.