miércoles, 3 de junio de 2009

Fundido encadenado

En teatro no quedaría más remedio que cambiar de decorado. Dos escenas distintas, diferente decorado. Telón abajo para realizar las variaciones precisas o, tal vez, cambio de luces y algunos movimientos ajustados a las necesidades.

Pero en este caso es el encadenado lo que da a la realidad matices más fieles. La jerga cinematográfica se me antoja más apropiada. La última imagen de un plano se disuelve mientras, poco a poco, podemos ver la primera imagen del plano siguiente.

Plano 1. Salón vacío con cristalera que da a una terraza con maceteros. En ellos crecen claveles de color rosa, aliso de flor blanca, tallos de tulipanes de pétalos marchitos, uña de gato, y algún cactus reseco sospechoso de seguir con vida. A través de los cristales pueden verse los tejados rojos de las casas de enfrente. Casas bajas de dos plantas a lo sumo. Vecindario de dimensiones humanas. La torre-campanario de una catedral se alza imponente al fondo. Y palomas.

Fundido encadenado.

Plano 2. Dormitorio pintado de verde poblado por el desorden, con ventana a la calle. Vista picada de edificios altos con terrazas, chimeneas y antenas. Hay muchas ventanas cuadriculando, compartimentando. Recuerda a algún plano de Wim Wenders en El cielo sobre Berlín. Al fondo a la derecha, vistas de la capital de la provincia contigua. Al frente, la sierra se dibuja tras la bruma. Al fondo a la izquierda, visión neblinosa de la gran ciudad. Y palomas.

No hay comentarios: