Han volado. Mutis sin decir ni pío. Las descubrió Salvia, hace un mes escaso. Le alertaron las continuas y sonoras huidas protagonizadas por una paloma en momentos muy concretos. Para ser exactos, cada vez que abría, cerraba o se acercaba a una ventana de la terraza.
¿Sabes lo que hay en una jardinera del balcón?
Pues... tú dirás qué ha crecido.
No, no es que haya crecido. Han nacido. Son dos pollos de paloma: dos "palominos".
Y con ese cariñoso apelativo se quedaron. Allí estaban, dos seres palpitantes acurrucados uno junto al otro, negros y feos como dos demonios. El rincón de la jardinera más alejado de nuestro alcance había servido a su madre para poner sus huevos y éstos habían eclosionado sin que supiéramos siquiera que habían sido incubados. La jodía acabó delatándose a hechos consumados, echando a volar con ruidosos aleteos una y otra vez, hasta que alguien perspicaz descubrió el pastel.
Los hemos visto crecer a ratos, sin causarles molestias, constatando invariablemente que su progenitora jamás se enfrentaría a un posible atacante, salvando siempre el culo propio antes que el de sus criaturas. Aunque no tuviera de qué temer: dió con caseros sin ganas de cobrarle alquiler, dispuestos a permitir que criase a su prole de prestado. Hasta nos ha enternecido ver a sus crías ensayar su propia evasión, tocadas aún con su plumón residual, amarillito él. Pero no pueden negar que son hijas de mala madre y, como tales, en cuanto han podido volar, lo han hecho con el mismo brío que ella.
Cuando se tiene un inquilino del que no se ha sabido siquiera que ya ha metido los muebles y se ha instalado con toda comodidad, no puede esperarse que se despida. Sí, les disculpamos el allanamiento, pero no les hemos dado nada que echarse al pico. Tal vez a eso se deba su mutismo a la hora de largarse. Desconocemos la dirección en la que volarán y, sea cual sea, les deseamos que no acaben siendo el blanco de ningún tirador de pichón.
Ahora no sabemos si adoptar algunos de los síntomas que sufren muchas madres cuando se les marchan los polluelos.
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