domingo, 1 de agosto de 2010

Café de máquina

Ausente el camarero,
nadie al pie de una cafetera
mide la dosis,
la dispone en taza.

Rasco mi bolsillo.
Ruido de calderilla,
notas en clave de promesa.

Luces sello de marca,
a mi alcance botones:
pulso colores
que invitan, incitan.

La máquina muele monedas.
Tras la ranura
les arranca gruñidos,
fluidos.

A una señal, un vaso.
Crema sobre la mezcla.
Cobre, níquel, zinc,
fusión del aroma
sucio y viciado.
Tragos de azúcar,
espuma y calor.

2 comentarios:

Gustavo D´Orazio dijo...

DANIEL, LE HAS PUESTO POESIA A LO, DE ANTEMANO, PARECE NO TENERLA. EL CAFE EN SU MAQUINA, EL DINERO, EL ACTO DE COMPRAR Y DEGUSTAR...UNA SORPRESA PARA TU BLOG. ABRAZO AMIGO.

Daniel Buitrago dijo...

Me alegra que funcione de alguna forma. También la máquina a estas horas y, cómo no, Gustavo, la influencia.
Otro abrazo.