jueves, 26 de marzo de 2009

De alteraciones

La primavera las provoca. Nuestras hormonas la esperan para revolucionarse. Los niños aguardan la llegada de sus primos para salir y desmandarse, lo mismo que nuestros adentros, puestos a bullir cuando el sol hace de las suyas por fin.

Dejamos de dormir bien de noche y no podemos evitar el adormecimiento sobre la mesa de trabajo. Nos aliviamos del peso de ropas sobrantes -nos pican si no, como erupciones alérgicas-, mostrando así alguna porción de carne cuyo aspecto habíamos olvidado bajo telas de abrigo.

Quien moquea, restriega sus ojos y traga para aliviarse la garganta sabe ya de alteraciones. Su ánimo también las sufre, rebelándose contra el malestar y la repetición. Es lo que toca, año tras año.

En otros momentos el decaimiento, la apatía y la falta de fuerzas podrían traducirse de otra forma. Estos días los llamamos astenia, otra de las alteraciones que deseamos perder de vista.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues, a mi, me sienta fenomenal. Ese solete me carga las pilas. Me entran ganas de comerme el mundo. Tengo energía para todo. No sé qué voy a hacer este año, aquí no es lo mismo. El sol brilla distinto.

Abrazos grandes.

Anónimo dijo...

Se me olvidó firmar, Val

Daniel Buitrago dijo...

Pues yo recuerdo el sol de por allí con verdadera añoranza. A mí el sol fuerte me achanta mucho. En cambio ese que ahora disfrutas, cuando salía, me daba mucha vidilla.

¡Muchos besos!