Este domingo visitamos la exposición de José Ibarrola en la Casa de Vacas de El Retiro. Mirar alrededor nos sorprendió con una simplicidad aparente que esconde muchas voces tras tantos silencios.
Silencios visibles. Palpables.
Transmitir sin comunicar.
Los cuadros de Ibarrola presentan a personas de ciudad encuadradas en ámbitos urbanos, que se relacionan dentro de la soledad más expresiva. Son retratos de urbanitas en pose de triunfadores, cerrados frente a su entorno y a todos los que les rodean, encerrados en un gesto perenne, siempre encajado. Sus pieles de cartón-piedra encierran interiores inquietantes.
Hay en ellos ganas de un grito necesario. Pero, ¿para qué? ¿Para salir de dónde? En el fondo están cómodos en ese territorio que les garantiza el status del que disfrutan. O creen que disfrutan aunque, en realidad, no sepan qué es disfrutar.
Recomendable.
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