lunes, 22 de marzo de 2010

Olor a miel

No es sencillo retener los aromas. Es fácil, sin embargo, evocarlos.

Hoy, como si fuera ayer mismo, regresa a mi cabeza  -por desgracia no a mi nariz-  el olor a miel que flotaba en el aire de uno de los campos de almendros de la Quinta de los Molinos de Madrid. Digo 'como si fuera ayer'.

Fue ayer. Apenas había insectos en el parque. Ni las molestas moscas contra las que uno manotea con tal de apartárselas, ni las hileras de hormigas que evita pisar mientras camina, ni tan siquiera las abejas, que a estas alturas ya deberían estar trabajando sin descanso, recolectando y polinizando. Las flores de los almendros lucían abiertas, claro sobre oscuro, aguardando su asistencia.

Tampoco había ayer insectos en otro parque. El Capricho, ese jardín mandado construir por la duquesa de Osuna a finales del XVIII para su recreo, se exponía libre también de bichos. Ella y el duque levantaron en él un curioso pabellón de una planta donde les gustaba tomar el chocolate mientras observaban tras un cristal el incesante trajín de las abejas dentro de sus panales.

El abejero de esta finca-antojo de la duquesa está hoy restaurado, se despliega remozado y luminoso, pero carece de colmenas. Las abejas no acuden a sus aberturas, ni circulan sin parar en su interior, ni alzan incansables sus paredes de cera ni elaboran su miel.

A pesar de ello, la mente vuelve a las andadas y reanima otras imágenes. Un rumor intenso rodea la construcción y una nube difusa se comprime y expande oscureciéndole la fachada. Las abejas salen y entran sin respiro al colmenar. Llegan cargadas del pesado polen de la flor del almendro. Su factoría melera está al límite de su capacidad. Despide esa misma fragancia que retengo y reservo.

3 comentarios:

Lola dijo...

Me gusta como cuentas lo que cuentas, ese pararse, más que en "tus afueras", en "tus adentros", recordando y puede que descubriendo como viviste o que dejó en ti un determinado acontecimiento. Al menos eso me ha parecido a mi.
Por cierto, si no has probado la miel de la flor del almendro, te aconsejo que lo hagas, puede que sea la única, al menos de las que se comercializa, con sabor dulce y amargo al mismo tiempo.
Un saludo.

Lola dijo...

!qué pena! dice mi ordenador que esta página incluye contenido no seguro.
!chachis! a mi que me había gustado y no se si me atreveré a volver.
En fin, otro saludo.

Daniel Buitrago dijo...

Gracias, Lola, por la lectura atenta y por el consejo: probaré la miel de almendro.

Vuelve cuando quieras. Habrá que decirles a los de Blogger que hagan estos blogs más seguros... Un saludo.