¿Música de John Williams interpretada por una orquesta sinfónica? Raras veces se tiene la oportunidad de asistir a un concierto de esas características. Ayer, sin embargo, ocurrió.

Entregados de antemano, llevábamos la cabeza y el espíritu llenos de las melodías del neoyorkino. El gran reto para la Film Symphony Orchestra era atinar a encajar su interpretación de las partituras de Williams en la pauta que cada uno iba dispuesto a ejecutar en su propia mente. Tantas escuchas de la música de nuestras vidas son una competencia durísima para un director y sus setenta profesores. Aun así, todos ellos y Constantino Martínez-Orts, alma máter e impulsor de este proyecto de orquesta española dedicada a la música de cine, consiguieron el más difícil todavía. Y lo hicieron en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.
John Williams, que hace poco más de un mes celebró su 80 cumpleaños,
siempre estará ligado al cine de aventuras, a Spielberg o a
La Guerra de las Galaxias.
Le conocemos por sus maravillosas bandas sonoras, pero ha dedicado
mucho tiempo a otros trabajos sinfónicos que le sitúan entre los mejores
compositores del último medio siglo. Comenzó su carrera colaborando con
grandes como Waxman, Herrmann y Steiner. Es evidente que dejaron poso
en su manera de orquestar, aunque Williams haya ido sobresaliendo con
sus fraseos inconfundibles y su timbre característico. Ahora es él quien
impregna de sus clichés la música de otros creadores.
Ayer, dentro de la gira que lleva a la FSO por toda España durante este mes, se produjeron varios momentos mágicos. Por mi parte, volví a sentir esa indescriptible sensación de irrealidad que suele atraparme en las ocasiones especiales, ya sea ópera, cine, teatro o música.
En
Las cenizas de Ángela consiguieron momentos de emotividad y profundidad fantásticas, y el piano brilló con toda la languidez y elegancia del tema principal. El clarinete solista de
La Terminal transmitió la ingenuidad y el desamparo de Viktor Navorski, arropado por la asistencia ajustada de la orquesta.
La lista de Schindler y su complejidad melódica encontraron en la interpretación de
Remembrances un espejo en el cual podrían verse reflejados el mismísimo Itzhak Perlman y The Boston Symphony Orchestra. ¿Qué decir de
Tiburón? Vibrante, sobrecogedora, de sincronía esmerada, con una labor soberbia de la percusión, contrabajos y metales. Los mismos metales (trompas, trombones, trompetas) se exhibieron brillantísimos en
Superman y en otras piezas. Son esenciales en la música de Williams.
Espero que Martínez-Orts, dedicado además a la composición, logre que la FSO comience a grabar las magníficas composiciones que se están haciendo para el cine en este país. Ahora los autores y productores suelen marcharse a Praga, Bratislava, a Kiev,... para registrar la música que acompañará a las películas. Sin embargo, siempre que se les ofrezca buena calidad y precios accesibles, existirá la posibilidad de que lo hagan aquí. Ahí está el reto.
Mientras escribo esto, escucho
Memorias de una Geisha, otro de los mejores trabajos de John Williams y, al parecer, el único para el cual él mismo llegó a ofrecer sus servicios. Lo habitual siempre ha sido que lo reclamasen a él... Es lo que tienen los grandes genios.