¡Fuego, fuego, que me quemo,
que mi cabaña se abrasa!
Repicad a fuego, amigos,
que ya dan mis ojos agua.
Repicad a fuego, amigos,
que ya dan mis ojos agua.
(...)
¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!En El burlador de Sevilla habló el gran Tirso del fuego y de la traición. Estos días media España arde. Como todos los años. Tal vez más que todos los años. Cada foco es una desgracia irreparable. Ocurría cuando no estábamos en crisis económica, con mayor o menor saña. Y sigue ocurriendo ahora, cuando, a pesar de la recesión, no debería escatimarse en medios para prevenir y luchar contra el fuego.
En el bosque, en el monte, está la vida. No lo olvidemos.
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