lunes, 4 de junio de 2012

Juegos a la sombra

La calle de mi infancia tenía soportales. La manzana completa estaba rodeada de ellos y en verano se podía salir de casa y jugar a cubierto. Si las patadas al balón se pasaban de largo, lo recuperábamos rápidamente del sol cruel y lo devolvíamos al claustro para seguir con el partidillo.

Mi portal, como los del resto de las viviendas, tenía una escalera amplia en cuyos peldaños se desarrollaban también los juegos, las charlas y las riñas. Cuando nos cansábamos de correr bajo los soportales, acudíamos al asiento fresco de los escalones. No recuerdo cuanto tiempo transcurría hasta que volvíamos a lanzarnos a las sudorosas carreras o a otros tejemanejes entre los pilares que sustentaban el edificio.

En esas columnas también se jugaba. Las niñas ponían una goma sujeta a dos de ellas, evitando así tener que figurar ellas mismas como postes. Algunas conseguían hacer y deshacer con éxito el lío tremendo que armaban entre el elástico y sus piernas. Y los niños nos dedicábamos a subirlo tan alto que, después, ni ellas ni tampoco nosotros éramos capaces de hacerlo descender para recogerlo.

Los gritos, los lloros, los éxitos... todo sucedía bajo techo. Sabíamos que salir de la sombra no convenía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja Lo peor era cortar la goma con la arista de la columna cuando no había manera de deshacer un nudo y tenías que remendarla para la próxima tarde de juegos..¡¡ qué recuerdos¡¡

Un besote que te sigo.

Cristina B.

Gustavo D´Orazio dijo...

Daniel: VOLVERTE A LEER, UN PLACER. GRACIAS POR TUS MAILS. EL PROCESO ESPAÑOL ACTUAL ME RECUERDA AL NUESTRO. ABRAZO.