¿Cuánto pesa la salud? Hace años, uno de los temas más frecuentados a raíz del estreno de una película, bastante cruda por cierto, tenía que ver con el peso estimado del alma. 21 gramos, ni uno más. Ese parecía ser el peso que los seres humanos perdemos al morir y, por tanto, el de la sustancia que, vaya usté a saber de qué modo y manera, abandona nuestro cuerpo. Teorías más o menos contrastadas aparte, es posible que la diferencia entre un estado y el anterior sí llegue a notarse en una balanza.
La salud de cualquiera de nosotros tal vez pueda medirse en kilos, unos cuantos en el caso de ser ésta indestructible. La salud es algo que se tiene o no se tiene, así que, dando por hecho que no es del todo inherente a las personas ¿quién sabe?, tal vez pueda tasarse. Quizás sea posible establecer esa cantidad restándole a un cuerpo sano el peso del mismo cuerpo enfermo. O, al contrario, acaso haya que sumarle a una alicaída tara inicial la necesaria para conseguir que recobre la energía perdida.
La semana pasada estuve pachucho y tomé unas cuantas pastillas para tratar de reponerme. Puede que sean conjeturas propias del efecto de las drogas, pero llegué a plantearme que el peso de mi salud posiblemente fuera el de las sustancias que me administraba. Paracetamol, 4 gramos diarios, ya se sabe, el máximo, mejor no pasarse. Gracias a la automedicación conseguí recuperarme -no la recomiendo, pero un inicio de gripe me atrevo a tratarlo por mi cuenta- y así puedo volver a especular, hoy con más discernimiento, sobre todo este asunto.
Conclusión, 4 gramos a los que sumaré el peso de unos litros de zumo de naranja natural, unas cucharadas de miel, leche, sopitas calientes y, cómo no, el de la ropa de cama, que en otoño ya va haciendo falta.
La salud de cualquiera de nosotros tal vez pueda medirse en kilos, unos cuantos en el caso de ser ésta indestructible. La salud es algo que se tiene o no se tiene, así que, dando por hecho que no es del todo inherente a las personas ¿quién sabe?, tal vez pueda tasarse. Quizás sea posible establecer esa cantidad restándole a un cuerpo sano el peso del mismo cuerpo enfermo. O, al contrario, acaso haya que sumarle a una alicaída tara inicial la necesaria para conseguir que recobre la energía perdida.
La semana pasada estuve pachucho y tomé unas cuantas pastillas para tratar de reponerme. Puede que sean conjeturas propias del efecto de las drogas, pero llegué a plantearme que el peso de mi salud posiblemente fuera el de las sustancias que me administraba. Paracetamol, 4 gramos diarios, ya se sabe, el máximo, mejor no pasarse. Gracias a la automedicación conseguí recuperarme -no la recomiendo, pero un inicio de gripe me atrevo a tratarlo por mi cuenta- y así puedo volver a especular, hoy con más discernimiento, sobre todo este asunto.
Conclusión, 4 gramos a los que sumaré el peso de unos litros de zumo de naranja natural, unas cucharadas de miel, leche, sopitas calientes y, cómo no, el de la ropa de cama, que en otoño ya va haciendo falta.
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