Uno dice que no ha sido él, que ha sido el otro. El otro le replica que no sólo no lo ha hecho, sino que es algo que jamás haría y que es propio del estilo del uno.
El uno se defiende y señala que no sabe de qué se le habla. Ya no se acuerda de cual era el objeto de su acusación sobre el otro.
El otro aprovecha para jactarse de algo que ha hecho. El uno opina que no está bien y que él lo habría hecho mejor. El otro se ofende y le recuerda al uno que cuando tuvo ocasión de hacerlo no lo hizo, por lo cual ahora no está autorizado a reclamar.
El uno calla al respecto y se atribuye el mérito de otra acción muy distinta de la que el otro también se considera responsable. De hecho, cree que no se habría conseguido sin su aportación. El uno no le quita la razón, pero estima que ese apoyo debía haber existido también en otras ocasiones. El otro alega que siempre ha estado ahí, pero que no se ha contado con su ayuda.
El uno replica que la última vez que pudieron lograr algo no existió esa mano tendida. Y el otro ya ha olvidado aquel momento, pero insiste en que siempre se ha contado con él para todo.
¿Sí? ¿Como cuando te pedí colaboración y me la negaste? Le pregunta el uno y el otro apunta que nunca dijo que no, sino todo lo contrario.
¿Nunca has dicho lo que dijiste?
Ya no lo recuerdo. Ni quiero acordarme.
Pues así nunca nos entenderemos. No llegaremos a un acuerdo.
Estoy de acuerdo.
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