lunes, 23 de junio de 2008

Emma

Muchos días me doy de cabezazos contra las paredes del este pasillo por el que recorro la vida. Sé que me lleva a casi todas partes. Voy encontrando infinidad de puertas por las que colarme para experimentar cosas nuevas, o incluso para replantear el rumbo emprendido.

Y hay momentos en los que, después de haber visitado algo al otro lado de una de esas puertas, siento mucho no haberla atravesado antes. ¡Qué tonto!

La que da paso al mundo de Madame Bovary hace que me sienta así. Sabía que estaba ahí, disponible para ser visitado el día menos pensado. Lo que no sabía era que no era un escaparate ante el que uno se para a mirar. No. Era algo más.

He entrado a vivir.

Después de conocer a Charles, y a Emma de su mano, me he quedado con ésta última. ¡Y cómo he disfrutado con ella! Aunque también he sufrido sus frustraciones, sus anhelos y sus rencores. Por eso en algunos momentos he querido acompañarla de la mano y en otros apartarme con cuidado, por miedo a ser dañado.

La odio, me atrae, me produce rechazo, la quiero. Siento terriblemente su desgracia y la de los suyos. Suyos muy a su pesar.

Aun así, siento mucho no haberla conocido antes. Por eso voy lamentándome contra estas duras paredes.

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