Muchos días me doy de cabezazos contra las paredes del este pasillo por el que recorro la vida. Sé que me lleva a casi todas partes. Voy encontrando infinidad de puertas por las que colarme para experimentar cosas nuevas, o incluso para replantear el rumbo emprendido.
Y hay momentos en los que, después de haber visitado algo al otro lado de una de esas puertas, siento mucho no haberla atravesado antes. ¡Qué tonto!
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He entrado a vivir.
Después de conocer a Charles, y a Emma de su mano, me he quedado con ésta última. ¡Y cómo he disfrutado con ella! Aunque también he sufrido sus frustraciones, sus anhelos y sus rencores. Por eso en algunos momentos he querido acompañarla de la mano y en otros apartarme con cuidado, por miedo a ser dañado.
La odio, me atrae, me produce rechazo, la quiero. Siento terriblemente su desgracia y la de los suyos. Suyos muy a su pesar.
Aun así, siento mucho no haberla conocido antes. Por eso voy lamentándome contra estas duras paredes.
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