Depositan recuerdos y calidez sobre la piedra pulida. Saben que quien yace les está agradecido, algo le reconforta.
Quizás, con suerte, un día de éstos me saquen de este sitio sin nombre, del barro al que me arrojaron, de esta cuneta donde se crían sólo malvas. Del frío y el abandono.
Me habría gustado tener una lápida, y flores sobre ella. Frescas, o de tela, o de plástico. Flores al fin y al cabo. Muchos quisieran traérmelas. Llevármelas. Me gustan las tradiciones. Y las visitas.
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