No cayó.
Lo derribamos.
El pico arrancó la pintura.
Tan insolente.
Saltaron los rumores,
lascas del cemento.
Por los aires informadores grises,
besos a oídos de la Stasi,
controladores de mentes
y del temor.
Miedos, los que tuve,
los mismos que sufrí:
mejor no ver al otro lado.
Quiero mirar al otro lado.
El verano llega
a las puertas del invierno.
Mis lágrimas alzan el polvo del suelo.
¿Qué me espera?
Salir del hollín,
del carbón enfermizo.
Lavarme los ojos y
ver el mundo.
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