Un rato cualquiera, en casa, mientras friegas los cacharros del desayuno, haces la cama o pones una lavadora, puede dar para pensar. Digo yo que no está mal pensar y que casi siempre es bueno.
A pocas horas del final del año lo mundano y rutinario se reúne con lo ideal y más deseado. Lo uno estuvo y estará presente en cientos de hechos y acciones; lo otro, proyectado en nuestra mente, nos invitará a concebir nuevos días. Y mucho mejores.
En los próximos doce meses habrá tareas aburridas, anodinas. Muchas, me temo. Espero, de todas formas, que entre ellas estén también otras estimulantes y sorprendentes.
Ojalá que el Nuevo Año nos invite a sacar de entre las ideas y los deseos todo aquello que nos haga felices.
¡Pensemos en un feliz 2014!
A pocas horas del final del año lo mundano y rutinario se reúne con lo ideal y más deseado. Lo uno estuvo y estará presente en cientos de hechos y acciones; lo otro, proyectado en nuestra mente, nos invitará a concebir nuevos días. Y mucho mejores.
En los próximos doce meses habrá tareas aburridas, anodinas. Muchas, me temo. Espero, de todas formas, que entre ellas estén también otras estimulantes y sorprendentes.
Ojalá que el Nuevo Año nos invite a sacar de entre las ideas y los deseos todo aquello que nos haga felices.
¡Pensemos en un feliz 2014!
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