Henning Mankell, aparte de habitar este mundo para hacer de él algo mucho mejor, no deja de ser un magnífico escritor, ¡y prolífico! Entre mis planes está ir leyendo toda la serie Wallander, cuyos volúmenes ocupan buena parte de un estante de casa, y de los que ya ha caído Los perros de Riga. Mientras eso se va cumpliendo -me tomaré mi tiempo-, descubro también otras de sus obras.
En los noventa se dedicó, aparte de a sus creaciones policíacas, a los 'lectores jóvenes'. Estos días estoy con las dos piezas que me restaban para completar su tetralogía de Joel, dentro de la piel de este preadolescente que vive en una aldea de crudos inviernos entre bosques suecos. Junto a su padre, un leñador que antes fue marinero, sueña con hacerse algún día de nuevo a la mar y se pregunta qué habrá sido de su madre, de la que apenas conoce cuatro detalles. Entretanto, se marca objetivos, explota su imaginación haciéndose cientos de preguntas sobre la vida cotidiana, choca contra el mundo de los adultos y se mete en más de un problema.
Las novelas son un magnífico acercamiento a la psicología juvenil, partiendo desde los once años de Joel hasta que éste llega a los dieciséis. Me gusta el estilo de Mankell, aquí conciso, como es habitual, nada artificial, transmitiendo con humor e ingenuidad todo lo que al chaval se le cruza por la mente. El perro que corría hacia una estrella, Las sombras crecen al atardecer, El niño que dormía con nieve en la cama y Viaje al fin del mundo, títulos todos traducidos al castellano en la Editorial Siruela. Últimamente los cuatro se han recogido en un volumen de DeBolsillo llamado como el último de ellos, Viaje al fin del mundo.
En los noventa se dedicó, aparte de a sus creaciones policíacas, a los 'lectores jóvenes'. Estos días estoy con las dos piezas que me restaban para completar su tetralogía de Joel, dentro de la piel de este preadolescente que vive en una aldea de crudos inviernos entre bosques suecos. Junto a su padre, un leñador que antes fue marinero, sueña con hacerse algún día de nuevo a la mar y se pregunta qué habrá sido de su madre, de la que apenas conoce cuatro detalles. Entretanto, se marca objetivos, explota su imaginación haciéndose cientos de preguntas sobre la vida cotidiana, choca contra el mundo de los adultos y se mete en más de un problema.
Las novelas son un magnífico acercamiento a la psicología juvenil, partiendo desde los once años de Joel hasta que éste llega a los dieciséis. Me gusta el estilo de Mankell, aquí conciso, como es habitual, nada artificial, transmitiendo con humor e ingenuidad todo lo que al chaval se le cruza por la mente. El perro que corría hacia una estrella, Las sombras crecen al atardecer, El niño que dormía con nieve en la cama y Viaje al fin del mundo, títulos todos traducidos al castellano en la Editorial Siruela. Últimamente los cuatro se han recogido en un volumen de DeBolsillo llamado como el último de ellos, Viaje al fin del mundo.