Hoy Miguel Delibes ha dejado de estar. Seguirá siendo, pues sus obras lo contienen, son lo que era.
Los mismos términos, otro tiempo. Todos acabaremos formando parte del pasado. Acabaremos siendo lo pasado.
Esta mañana me pellizcaba una sensación de remite desconocido. Un desasosiego algo familiar. Hace poco el cuerpo me decía lo mismo. Cuando la abuela murió esa idéntica extrañeza no acababa de identificarse. Ella era otra persona, más querida y cercana, pero la percepción era similar a la de hoy.
Aquella mañana había estado hablando con ella y, al rato, de ella. 'Es, está'.
Unas horas después la linea del tiempo la había rebasado. No sólo ya no era posible hablar con ella, sino que únicamente podíamos hablar de ella, sobre ella.
'Era, Estaba'.
Hoy advierto que las palabras nos reúnen con la realidad. Detenerse a pensar en lo que se ha dicho y cómo se ha dicho convoca los hechos, les aplica un barniz de claridad que atrae al escalofrío. Dejamos al presente por el soplo del pasado en el lapso frágil y áspero en que lo real se apropia del tiempo. No podemos evitar que la confusión nos llene, hasta concluir que la verdad ha roto la raya del tiempo.
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