Una profesora aparece en la tele, en mitad del desarrollo de una clase.
Con una pizarra a sus espaldas, se presenta abstraída, esperando, tal
vez, la respuesta rezagada de alguno de sus alumnos a una supuesta
pregunta. No sería mucho suponer que la maestra estuviera pensando, quizás, que le encantaría estar en otro sitio, puede que dedicándose a otra cosa.
Un policía dirige el tráfico de hora punta en cualquiera de las rotondas de mi barrio. Movimientos mecánicos, repetidos ya con alienación. No es raro que se me pase por la cabeza una cuestión similar: sus sueños no parecen estar ahí.
Al otro lado de un ventanal varios oficinistas teclean frente a unas pantallas de ordenador. Al observarlos mientras paso caminando, intento imaginar cómo sería atrapar todos sus santos, que, sospecho, se elevan veloces en el cielo.
A veces, cuando veo a algunas personas en su entorno profesional, me pregunto si éso que están haciendo es lo que siempre les habría gustado hacer.
Sin duda, es pretencioso por mi parte fantasear sobre los deseos o ambiciones de personas a las que no conozco. Sin embargo, a todos nos ha sobrevenido en ocasiones una sensación de zozobra mientras hacíamos algo pero hubiéramos querido estar ocupados en otra cosa muy distinta.
En fin, sospecho que es un rasgo humano aspirar a descifrar los gestos, las acciones, los semblantes, y hallar en alguna de sus trazas su verdadero significado.
Un policía dirige el tráfico de hora punta en cualquiera de las rotondas de mi barrio. Movimientos mecánicos, repetidos ya con alienación. No es raro que se me pase por la cabeza una cuestión similar: sus sueños no parecen estar ahí.
Al otro lado de un ventanal varios oficinistas teclean frente a unas pantallas de ordenador. Al observarlos mientras paso caminando, intento imaginar cómo sería atrapar todos sus santos, que, sospecho, se elevan veloces en el cielo.
A veces, cuando veo a algunas personas en su entorno profesional, me pregunto si éso que están haciendo es lo que siempre les habría gustado hacer.
Sin duda, es pretencioso por mi parte fantasear sobre los deseos o ambiciones de personas a las que no conozco. Sin embargo, a todos nos ha sobrevenido en ocasiones una sensación de zozobra mientras hacíamos algo pero hubiéramos querido estar ocupados en otra cosa muy distinta.
En fin, sospecho que es un rasgo humano aspirar a descifrar los gestos, las acciones, los semblantes, y hallar en alguna de sus trazas su verdadero significado.
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