No existe bicho más traicionero que el mosquito: se autoinvita a pasar la noche contigo y te muestra su gratitud con terrorismo del más bajo. Cuando despiertas a la mañana siguiente, vas y te topas con lesiones, como dirían en las noticias, de diversa consideración. O si no, más tarde, alertado por un fino picor, terminas encontrando por doquier las marcas del salvajismo.
¡Vaya nochecita! Aún sigo luchando contra el sopor... Ni el mismísimo Van Helsing trasnochó nunca así para dar caza a tanto vampiro.
1:00 A.M.: "Tenemos un mosquito", palabra de Salvia, alertada por un zumbido. Mientras la que acaba de hablar se da media vuelta para reconciliar el sueño con desenvoltura, servidor enciende la luz y emprende la búsqueda del susodicho. Tras largo rato de safari pertrechado de armas de sainete, acabo encontrándolo agazapado sobre una moldura de escayola del techo. ¡Zas! Se escapa. Vuelta a empezar. Nuevo y largo ojeo, esta vez sin resultados.
3:30 A.M.: "Bzzzzzzzzzzz". Un agudísimo violín me saca con sobresalto de mis azucarados sueños. ¡De esta no sales vivo, maldito chupasangres! Incorporado de nuevo -omitiré los detalles sobre mi escueto atuendo-, vuelvo al acecho. La batida acaba dando su fruto y el trompetero da la cara agarrado a una puerta del armario. La que duerme a mi lado no se despierta. Una nueva escalada armamentista me ha puesto en las manos su pantalón vaquero. ¡Zas! La tela tejana funciona y el bicho cae. Vuelvo a la cama con la satisfacción del que sopla el humo en la boca del revólver.
6:00 A.M.: "Tenemos otro mosquito", palabra sin desperezar de Salvia. Esta vez el zumbido vuelve a sacudirla a ella, anticipándose al pitido de su despertador. "No puede ser... ¿otro más?", pienso en abstracto, con cientos de bostezos en las ideas. Lo único que soy capaz de concretar ahora es una determinación: "No voy a moverme del colchón".
Diosss... acabo de encontrarme dos picaduras en un talón, otra en la cara interna del muslo derecho y el habón de uno de mis nudillos pica que rabia. Esta noche volveré a la carga y, por si acaso, me bañaré en repelente.
¡Vaya nochecita! Aún sigo luchando contra el sopor... Ni el mismísimo Van Helsing trasnochó nunca así para dar caza a tanto vampiro.
1:00 A.M.: "Tenemos un mosquito", palabra de Salvia, alertada por un zumbido. Mientras la que acaba de hablar se da media vuelta para reconciliar el sueño con desenvoltura, servidor enciende la luz y emprende la búsqueda del susodicho. Tras largo rato de safari pertrechado de armas de sainete, acabo encontrándolo agazapado sobre una moldura de escayola del techo. ¡Zas! Se escapa. Vuelta a empezar. Nuevo y largo ojeo, esta vez sin resultados.
3:30 A.M.: "Bzzzzzzzzzzz". Un agudísimo violín me saca con sobresalto de mis azucarados sueños. ¡De esta no sales vivo, maldito chupasangres! Incorporado de nuevo -omitiré los detalles sobre mi escueto atuendo-, vuelvo al acecho. La batida acaba dando su fruto y el trompetero da la cara agarrado a una puerta del armario. La que duerme a mi lado no se despierta. Una nueva escalada armamentista me ha puesto en las manos su pantalón vaquero. ¡Zas! La tela tejana funciona y el bicho cae. Vuelvo a la cama con la satisfacción del que sopla el humo en la boca del revólver.
6:00 A.M.: "Tenemos otro mosquito", palabra sin desperezar de Salvia. Esta vez el zumbido vuelve a sacudirla a ella, anticipándose al pitido de su despertador. "No puede ser... ¿otro más?", pienso en abstracto, con cientos de bostezos en las ideas. Lo único que soy capaz de concretar ahora es una determinación: "No voy a moverme del colchón".
Diosss... acabo de encontrarme dos picaduras en un talón, otra en la cara interna del muslo derecho y el habón de uno de mis nudillos pica que rabia. Esta noche volveré a la carga y, por si acaso, me bañaré en repelente.
2 comentarios:
Te acompaño, Daniel, en la caza...yo, al ser pelado, me debo rociar de repelente la cabeza para no quedar a lunares...Abrazo, desde Baires, en días más primaverales...
Gracias por el saludo, sabes, amigo Daniel, que la radio tiene una especial magia...cuídate.
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