Canal + ha emitido una entrevista de Iñaki Gabilondo a José Luis Sampedro. Son apenas 40 minutos de charla con alguien a quien se podría escuchar durante horas, un anciano de 94 años, rebelde, que vive amorosamente, queriendo y siendo querido.
Este economista y escritor, ahora muy presente gracias a su prólogo español para el libro ¡Indignaos! de Stéphane Hessel, sigue empeñado en agitarnos la conciencia y despertarla. Preguntado por esta crisis, la califica como barbarie, "pues barbarie es la destrucción de los valores básicos del ser humano". Del mundo actual, donde todo es mercancía y solo queda el valor del dinero, no le gusta casi nada. En él hay seres humanos, pero no hay humanidad. Por eso se queda con la naturaleza, que sigue su curso a pesar de todo lo demás. Le gusta apearse de este mundo que llaman sostenible, ver pasar el río desde la orilla, alimentado de viejos saberes y afectos. Prefiere situarse en la frontera, el mejor lugar para observar, conservar su verdad y gozar de la verdad ajena.
De la profesión de enseñante de Estructura Económica en la universidad se queda con el cariño de sus alumnos, a los que siempre ha provocado a pensar por sí mismos. Echa de menos los baños de frescura que le era posible darse, sobre todo en las universidades extranjeras -Estados Unidos, Inglaterra-, donde estaba permitido reunirse con pequeños grupos de estudiantes. Ahora no deja de animar a los jóvenes a ser críticos, aunque la universidad de Bolonia que están creando para todos quiera adoctrinarles para pensar en la misma dirección. Mientras las cosas vayan mal cree que deberemos capear el temporal y, mientras, educarnos para tratar de saber lo que no queremos y decir 'no' cada vez que algo no nos guste. Esa es la única forma de vivir de acuerdo con nosotros mismos, haciéndonos sobre la marcha.
Reconoce que lo único que en este mundo sigue hacia adelante es la ciencia. De hecho, vamos hacia una nueva versión de aquel despotismo ilustrado del siglo XVIII: el despotismo tecnificado, que es básicamente lo mismo, todo para el pueblo pero sin el pueblo, aunque dentro de una sociedad de consumidores al servicio de lo que se produce. Como economista que nunca ha creído en esta estructura económica, está en contra de la privatización y a favor del poder público.
Gabilondo le pregunta sobre Octubre, octubre, su novela más compleja. Con ella Sampedro quiere decirnos que solo nos salva el amor, como ansia de vivir. Da por sentado que uno es vida, germen de vida, y que hay que vivir esta vida -la única de la que sabemos algo- en libertad.
Este economista y escritor, ahora muy presente gracias a su prólogo español para el libro ¡Indignaos! de Stéphane Hessel, sigue empeñado en agitarnos la conciencia y despertarla. Preguntado por esta crisis, la califica como barbarie, "pues barbarie es la destrucción de los valores básicos del ser humano". Del mundo actual, donde todo es mercancía y solo queda el valor del dinero, no le gusta casi nada. En él hay seres humanos, pero no hay humanidad. Por eso se queda con la naturaleza, que sigue su curso a pesar de todo lo demás. Le gusta apearse de este mundo que llaman sostenible, ver pasar el río desde la orilla, alimentado de viejos saberes y afectos. Prefiere situarse en la frontera, el mejor lugar para observar, conservar su verdad y gozar de la verdad ajena.
De la profesión de enseñante de Estructura Económica en la universidad se queda con el cariño de sus alumnos, a los que siempre ha provocado a pensar por sí mismos. Echa de menos los baños de frescura que le era posible darse, sobre todo en las universidades extranjeras -Estados Unidos, Inglaterra-, donde estaba permitido reunirse con pequeños grupos de estudiantes. Ahora no deja de animar a los jóvenes a ser críticos, aunque la universidad de Bolonia que están creando para todos quiera adoctrinarles para pensar en la misma dirección. Mientras las cosas vayan mal cree que deberemos capear el temporal y, mientras, educarnos para tratar de saber lo que no queremos y decir 'no' cada vez que algo no nos guste. Esa es la única forma de vivir de acuerdo con nosotros mismos, haciéndonos sobre la marcha.
Reconoce que lo único que en este mundo sigue hacia adelante es la ciencia. De hecho, vamos hacia una nueva versión de aquel despotismo ilustrado del siglo XVIII: el despotismo tecnificado, que es básicamente lo mismo, todo para el pueblo pero sin el pueblo, aunque dentro de una sociedad de consumidores al servicio de lo que se produce. Como economista que nunca ha creído en esta estructura económica, está en contra de la privatización y a favor del poder público.
Gabilondo le pregunta sobre Octubre, octubre, su novela más compleja. Con ella Sampedro quiere decirnos que solo nos salva el amor, como ansia de vivir. Da por sentado que uno es vida, germen de vida, y que hay que vivir esta vida -la única de la que sabemos algo- en libertad.
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