La sinfonía
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el
interior del avión. En el magnetófono, la Heroica había sonado lánguida hasta
que la claridad despertó a los metales y, tras ellos, al resto de la orquesta.
Aunque a los tripulantes les había gustado la idea de poner música, el
comandante sintió cierto reparo al aproximarse al destino marcado justo con el
final del primer movimiento. Su copiloto esperaba órdenes. También lo hacían su
navegante, su ingeniero y su operador de radio. El sol deshacía el ruido de los
motores dentro de la cabina. “¡Adelante, señores!”. Ahora intervendrían los artilleros y el
bombardero.
Sobrevolaban Berlín cuando la marcha fúnebre comenzó.
(Relato enviado al I Concurso Internacional de Microrrelatos de Prisa Radio. La primera frase es la que da fin a la novela de Mario Vargas Llosa, El héroe discreto).
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