jueves, 17 de febrero de 2011

Cine analgésico

Para saber si una película calma o elimina el dolor, la apatía, o un ataque prolongado de aburrimiento, debemos ponerla a prueba en el momento adecuado.

Vivamos un día tonto. Uno de esos que pasamos sin saber si venimos o vamos, si dormimos o velamos, si pertenecemos a esta dimensión o deberíamos estar en otra aun siendo conscientes de tener un pie interno en ella desde que nos hemos levantado. Vivámoslo a tope aunque parezca imposible. Sólo una recomendación:  no nos detengamos a pensar si estamos haciéndolo bien hasta que la evidencia pese lo suficiente como para desplomársenos encima.

El hecho de ir al cine no deberá ser algo planificado. Al menos no por nosotros mismos. Dejemos que otro nos haga la propuesta y digámosle que sí a pesar de no tener el día. Añadamos al conjunto un tiempo frío y lluvioso que no tienda invitación alguna a salir de casa. Hagamos el esfuerzo, claro. Encontrémonos además con alguien a quien le ha ido mal en el trabajo y convirtámonos en un grupo, reducido pero grupo al fin y al cabo. Desplacémonos y entremos a ver la película que decida quien nos ha sugerido la salida.

De hacer el experimento un día como hoy, dicha persona se inclinará por comprar entradas para Primos. ¿Por qué? Se trata de una comedia y percibe que el panorama a su alrededor no está para otra cosa. No sabe si acertará del todo, pero confía en su olfato y asume riesgos sin pestañear.


Un monólogo fantástico abre la sesión y el día tonto va llenándose de risas a medida que el metraje avanza. El guión es divertido a pesar de los dramas que aborda, e incita a una puesta en entredicho de lo que nos pasa  (si es que ya habíamos tomado conciencia de nuestro estado). En fin, comparada con ciertas tragedias personales a las que vamos asistiendo se podría decir que vivimos una jornada cualquiera. Nos hacía falta un rato lleno de frescura, talento, miradas entrañables a los veranos de nuestra adolescencia y citas cinéfilas muy ocurrentes. Lo hemos encontrado y nos alegramos de ello.

Agradeceremos este giro en nuestro día desastroso a Daniel Sánchez Arévalo, que ha escrito y dirigido, a los actores y, por supuesto, a quien ha elegido que veamos esta película de entre otras quince posibles. Concluyendo:  sí, podríamos hablar de cine analgésico.

1 comentario:

Gustavo D´Orazio dijo...

Un post reconfortante, Daniel. Si la peli mejoró tu ánimo, excelente. La anoto. Y coincido: hay libros, música, filmes, etc, que nos sacan una sonrisa, nos acompañan y...sostienen. Cuánto por ver, leer y hacer, Daniel. El año, al menos aquí, en Argentina, comienza con todo. Además, es un año electoral: elegiremos presidente. He subido materiales nuevos. Mucho me interesaría tu opinión. Cuando cuentes con tiempo, te esperaré (café virtual, mediante) en el espacio de siempre. Abrazo.