De la tierra el frío,
mortaja de los vivos,
encierra la risa.
Hay calor en la madera.
Sobre el barniz
no queda aire.
Sólo polvo prensado
bajo piedras y arena.
También pétalos
rotos por el peso,
presión que ahoga
la misma oscuridad.
Arriba una lápida,
ceguera y mordaza.
Silencio pulido
en suave granito.
Palabras talladas,
letras rayando
el reflejo
de un sauce.
El viento enmudece.
Mudez unida a la mudez
de siempre,
de hoy.
Y desde hoy,
desde entonces,
sólo estas flores
gritan en rojo.
2 comentarios:
TU GRITO EN ROJO SE ASOCIA AL CLAVEL DE MI POST DE HOY. ME DEJAS SIN PALABRAS. UN POEMA PUNTUAL, QUE LLEGA A LO ESENCIAL DE UNO, DEJANDOLO QUIETO, MUDO. REPUESTO, TE ESCRIBO... YA DE NOCHE. TE ENVIO UN ABRAZO. CON AFECTO.
Sí señor, magnífico poema el tuyo, ese clavel que podría vivir de diferentes formas (en la tierra, en la cocina, en tu poesía).
Gracias, Gustavo, y espero que no haya sido nada eso de lo que te has repuesto.
Un abrazo.
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