viernes, 27 de junio de 2014

El sueldo de Nescafé

Aunque decidamos no encomendarnos a ella permanentemente, es probable que todos creamos en la suerte. Por eso la tentamos de vez en cuando, por si acaso. Un billete de lotería para Navidad, una apuesta semanal de la Primitiva, la papeleta para la rifa de un jamón..., todos hemos puesto unos euros de confianza en la ínfima probabilidad de verlos devueltos en nuestro bolsillo felizmente multiplicados por n.

De vez en cuando sonrío al recordar el comentario de un antiguo compañero de trabajo que mencionaba a otro como "el del sueldo Nescafé". Éste, joven militar en la reserva, disfrutaba de un sueldo del Ejército aunque ya no prestase servicio activo en su correspondiente cuerpo. A esa remuneración se refería aquél con tanta sorna y acierto.

Más allá de los "extras" que algunos reciben más o menos merecidamente, están los que llegan con un golpe de suerte. De la misma manera que los "pluses" derivan del empeño y el tesón que se ha puesto en atraerlos, se debe cautivar a la fortuna con una dosis cierta de esfuerzo.

Por mi parte, siendo todo lo prosaico que puedo, voy a intentar atraparla en forma de sueldo Nescafé puro y duro. Ahora tengo al lado unos cuantos sobrecitos de café instantáneo que he ido guardando cada vez que me he tomado un descafeinado por acá y por allá. Unos sobre otros, conservan una franja superior rasgada, justo sobre las letras blancas de la conocida marca. La clásica taza roja humea sugerentemente, siempre invitando a tomarla.

Me ahorro reproducir el mensaje que informa de la retribución mensual que uno puede ganar si participa en la promoción. Sin más, será cuestión de introducir unos códigos en la web de la marca y, ¡oh, diosa de las dichas!, ya veremos.

miércoles, 18 de junio de 2014

Alcalá y Bulgaria

Lo que refleja con claridad el patente quiero-y-no-puedo de esa descuidada Noche en Blanco es el acto con el que se invita a la comunidad búlgara de Alcalá a compartir su cultura y tradiciones. En un recinto diminuto aunque agradable, varios bailarines y cantantes hacen gala de sus habilidades y trajes típicos.

Hasta aquí todo correcto, dado que el coro de voces búlgaras suena delicioso y que las danzas pueden seguirse con claridad, a pesar de toda la gravilla removida a cada pisada.

En un momento dado, vemos llegar al embajador de Bulgaria, acompañado de algunos de los archiconocidos rostros de la política local. Entiendo que su presencia quiere aportar un toque oficial a la inauguración de una exposición sobre el alfabeto búlgaro.

Con abundancia de palabras grandilocuentes, el alcalde y el embajador, entre continuos elogios mutuos, hacen una presentación de la exposición que se abrirá acto seguido en una sala contigua. Se trata de la recreación artística de todas las letras del albabeto búlgaro por medio de carteles creados por artistas de todo el mundo. Atractivo, ¿no?

Pero mis sospechas de que tanta pompa y boato son preámbulo de una exposición importante acaban desinfladas cuando en la sala que alberga los carteles no encuentro más que láminas de cartón pluma colgadas de cadenitas, sin una explicación clara de qué representa ninguna de ellas. Tampoco veo que la muestra se complete con información sobre el alfabeto cirílico, uno de los tres que utilizamos en Europa, aparte del latino y el griego.

Los inauguradores parecen muy satisfechos con el producto hasta que uno de los carteles se desprende de su cadena, va a dar contra el suelo y queda dañado en una de sus esquinas. El embajador mira alrededor, y su alrededor mira a su vez hacia más allá, en busca, tal vez, de alguien competente, capaz de arreglar el desastre.

En fin, ése es el instante en que, inundado de vergüenza ajena, uno debe abandonar el lugar, en busca de otros actos que ya han quedado marcados desde su inicio por la impronta de lo torpe y desmañado.

martes, 10 de junio de 2014

¿Noche en Blanco?

La Noche en Blanco de Alcalá de Henares suele ser un modesto remedo de la que se celebra bianualmente en la vecina Madrid. La cosa no tiene otra intención que "pasar unas horas en vela, hasta que la madrugada lo devuelva a uno a la realidad tras el disfrute de una noche divertida e hipnótica". Ésa podría ser la declaración de principios.

Dadas las dimensiones culturales de la ciudad complutense y los espacios que pueden utilizarse para el evento, cabe esperar de él resultados más que dignos. Sin embargo, éstos terminan sin alcanzar ese nivel de excelencia.

Pongamos un ejemplo de mediocridad: incluir en La Noche en Blanco al Museo Arqueológico Regional, cuyas puertas están siempre abiertas de forma gratuita, no parece que añada nada extraordinario al programa. Tampoco ocurre así con otros tantos monumentos, donde lo único insólito es que posterguen su hora de cierre hasta la media noche.

Este año, aparte de los conciertos que se han celebrado en varias plazas, muchos de ellos meritorios (fantástico el talento y calidad de los músicos de Boys of the Hills, acompañados del mítico integrante de los Chieftains, Kevin Conneff: música celta cien por cien), ha habido otros actos reducidos a una cata de aceites para cuatro personas, o a otra de vinos para un número similar de participantes; o qué decir de las dos chicas que han decorado manos con henna.

Con esto (y algo más) ha sido imposible que la madrugada le diese a uno en las narices con el primer rayo de sol, ya que la Noche pasa del Blanco al Negro no más allá de las tres de la noche. ¿Y qué queda? Pues poco más que los garitos de todos los fines de semana, donde creo que se habla poco de cultura.

miércoles, 4 de junio de 2014

Corazón en cuartos

El corazón se compartimenta.

Mi puño de vitalidad
tiene una sola puerta.
Cuartos, espacios para todo.

En un cajón guardo un tenedor.
Los recuerdos tiernos se mascan mejor.
La cazuela en la repisa
no sabe de pedazos.
Ni tampoco del fuego,
ahora frío.

Un grano de sal muerde
la cámara de las risas.
Cerrada algarabía con ventanas.
Habitación salada de mareas y de brisas.

Cuando niño,
latía mi centro
como una lata de tomate.

Armario ropero
cuya piel elástica
abre y cierra, abre y cierra,
se marcha y viene.

El que da la vida
también la debe.
Bomba de placeres y angustias.

La celda que encierra
los cuadernos del alma,
donde la condena se escribe
cada día, cada hora, cada instante.