domingo, 29 de julio de 2012

Regusto de Viena II

En el DRAE la palabra "regusto" aparece definida así en su tercera acepción: "Sensación o evocación imprecisas, placenteras o dolorosas, que despiertan la vivencia de cosas pretéritas". Es con la que me quedé para el post anterior. Ahora usaré su sentido más común: 

"Sabor que queda de la comida o bebida". ¡Ay, qué cosas! Intento recuperar alguno, aunque sea difícil en ausencia de los imprescindibles aromas que suelen conectar un no sé qué con otro no sé qué para evocar ese sabor. Por ejemplo, el de una Frittatensuppe, que parece más bien un juego para niños en el que alguien se haya encargado de cortar unos pocos crepes en tiras para, después, sumergirlas en un consomé.

Aparte de esta y otras sopas, consigo rescatar uno de esos fuertes Gulash de ternera acompañados de Knödel, unas enormes bolas de miga de pan que bien podrían usarse para jugar a la pentanca; o también el de los Schnitzeln gigantescos que sirven en algunos restaurantes y que, aparte de su gran tamaño, no aportan nada distinto del filete empanado de toda la vida.

Inolvidable el Apfelstrudel del Café Central, combinación templada de manzana con canela, pasas y nueces dentro de un rollo de hojaldre espolvoreado con azúcar glass. Hay cientos de Strudeln más, como el de Powidl, esa mermelada típica austriaca hecha con ciruelas muy maduras, pero el de manzana es el mejor. Insuperable.

Durante mi primera vez en Austria me sorprendió el uso habitual que le daban a las semillas de amapola. Creo que mi primer encuentro con ellas fue en la salsa que bañaba unos ñoquis. Después no dejaron de aparecer sobre muchos tipos de pan o, también, como relleno de otros rollos tirando a sosos a los que llaman Mohnstrudeln.

¿Y qué más? Pues, resumiendo, un paraíso de regustos dulces y salados de los que me quedo con los cafés y las tartitas.

viernes, 20 de julio de 2012

Regusto de Viena I

Después de un viaje viene otro. Del físico y vivencial se pasa al del recuerdo, durante el que revisamos los momentos e imágenes que nos hemos traído, bien dobladitos en la maleta de la memoria.

Mientras saco del trolley la ropa usada y la no usada, vuelvo a ver los colores y formas dispares de las creaciones de Hundertwasser. El Gaudí vienés te hace jugar, tenerle miedo a la línea recta, ondularte con el suelo y las paredes, buscarles las raíces a las plantas que coloca acá y allá, y volverte, de algún modo, irracional.

Separo algunos objetos  -cámara de fotos, algún recuerdo de cerámica, las Mozartkugeln, souvenir comestible-  y vuelvo a bordear la orilla del Danubio, esa impresionante masa de agua que no se parece a ningún río de este país del sur, tan distinto.

Hojeo folletos de museos y les echo otro ojo a las pinturas de Klimt, Schiele, o Brueghel. Entonces paseo con placer por las salas del Belvedere, del Kunsthistorisches o del Leopold, ambientes construidos de luz, atmósferas donde los trazos y los pigmentos van transformando el mundo.

Mientras pongo una lavadora convierto el perfume del suavizante en delicioso olor a café. Entro de nuevo al Hawelka, con sus muebles ancianos, al palaciego Central y toda su altiva exquisitez, al Corbaci del Museumsquartier y la combinación funcional del hormigón con techos de cálidos azulejos; y también paso a alguna que otra cafetería Aïda, donde los precios son más practicables y casi todo tiende al rosita.

Al guardar el calzado escucho otra vez los valses tocados con violín y acordeón en un Heuriger de Grinzing, ese pueblecito salpicado de encantadoras tabernas que un día quedó pegado a Viena.

Todo el viaje queda "deshecho" y recolocado en cajones y armarios. Pero sigue desarrollándose en mi cabeza, que insiste en encontrarles el sentido a casualidades, meteorologías, reencuentros, hallazgos, palabras, gestos y sabores.

miércoles, 11 de julio de 2012

Vicenç Navarro

Esta mañana Vicenç Navarro ha estado en Radio Nacional de España, como entrevistado del programa En días como hoy que dirige y presenta Juan Ramón Lucas. Me gusta que en la radio pública también tengan cabida las voces que discrepan de la "versión oficial" de los hechos  -de los presentes, sí, aunque también de los pasados, que condicionan en gran medida lo que sucede hoy en este país-  y puedan expresarse alto y claro quienes creen que hay otra forma de cambiar esta situación, sin que la mayor parte de la ciudadanía deba sufrir las decisiones serviles y traicioneras de estos políticos que nos han tocado.

Os animo a que escuchéis la entrevista, que podréis encontrar visitando la web de RNE en el apartado de podcasts, o en el blog del propio Vicenç Navarro, quien ya ha enlazado el contenido. Lo tenéis a la izquierda, también entre mis enlaces. Este politólogo, sociólogo, médico y experto en economía ha publicado multitud de libros y artículos que le convierten en uno de los científicos sociales más autorizados del momento. De hecho, libros como Hay alternativas, firmado junto a  Juan Torres López y Alberto Garzón, o el reciente Lo que España necesita, también con el diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón, han sido acogidos con esperanza por quienes queremos que la manipulación de los gobiernos termine  -la del gobierno presente y el desastroso coleo de la del pasado, sin duda-,  pues nos merecemos un Estado social libre, democrático y equitativo.

Al hilo de lo anterior, recomiendo aquí también el libro El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias, también de Navarro, que salió en la editorial Anagrama en 2006. Magnífico para entender lo que está ocurriendo.

martes, 10 de julio de 2012

Todo irá bien

El exótico Hotel Marigold no ha sido un gran taquillazo ni lo va a ser a estas alturas. Pero algo tendrá esta película para que los multicines que tengo cerca de casa la hayan mantenido en cartel durante cuatro meses. No sé si clasificarla como comedia dramática o como drama con risas, aunque supongo que eso de las etiquetas da igual cuando una historia te hace pasar dos horas agradables.

Se trata aquí de hacernos ver que la vejez puede ser un período fantástico dentro de la vida. Tras diversos avatares, un grupo de jubilados llega a la India y se aloja en un hotel de Jaipur regentado por Sonny, un chico ingenuo y asombrosamente optimista que intentará convertir su estancia en algo agradable a pesar de que su hotel no es lo que todos esperan. La India es el lugar en el que, para bien o para mal, algo zarandeará sus existencias. En definitiva, han viajado hasta allí para intentar darles un giro y tratar de reinventarse emocionalmente. Sin duda será así.


De John Madden me gustaron Su majestad Mrs Brown y Shakespeare in love. En ambas aparecía Judi Dench, esa extraordinaria actriz británica que aquí también ofrece una interpretación admirable. En general, todos los actores están espléndidos, aunque añadiría a la lista de méritos a los grandes Maggie Smith y Tom Wilkinson, que consiguen conectar con el espectador con mayor intensidad que el resto.

El exótico Hotel Marigold no deja de ser la combinación de los momentos protagonizados por unos y otros, alegres o desgraciados, que conviene ver en versión original (se disfruta muchísimo de la dicción de los actores). Ya puestos, podemos aplicarnos la falta de pretensiones de la película y del mensaje del dicho indio que Sonny recuerda a sus huéspedes: "Al final, todo irá bien. Por lo tanto, si no va todo bien, es que todavía no es el final”.

domingo, 1 de julio de 2012

Una meca

Ese señor delgado de oscura y cuarteada piel mira con sus ojos entornados. Cabecea hacia delante mientras murmura una letanía incomprensible para mí.

Reza, sin duda. ¿El lateral derecho de este tren mira ahora a la Meca? Dado que avanza por un trazado sin apenas rectas, es difícil saber a qué cielo se conecta el orante. Ante la duda, mejor vendría cualquier agujita que señalase un presunto norte.

Echo de menos aquel reloj con brújula que decidí no comprar por lo superfluo de tal herramienta. También me serviría la pequeña brújula que rescaté antes de que llegara a desprenderse del tirador de mi viejo trolley. O, ¿por qué no?, me apañaría con un taponcito de corcho, un pequeño imán, una aguja y un balde con un poco agua.

Sin complicarme apenas, sí, pero con ayuda. Él, sin embargo, conoce su oriente. Puede que en cada nave haya un marino cuyo compás interno sabe en todo momento cuál es el rumbo.