miércoles, 23 de febrero de 2011

Contra el terror

Pienso en las revueltas del mundo árabe. Digo pienso, sólo, y con ello admito que no actúo. Pensar y actuar deberían ir unidos o relacionados al menos. Sin embargo, desde esta paz europea de cartón-piedra no estoy, no estamos, dispuestos a poner en peligro nada de lo que nos aletarga y nos mece.

Sigo rumiando y acabo aceptando creer que desde África no piden tanto:  tan solo la condición de ciudadanos libres que se les presupone, aparte de acabar levantando la condena del terror y la explotación.

En estas revoluciones que los medios tildan de  "pacíficas"  está habiendo muertes, muchas por cierto. El que pide lo hace por las buenas, pero el que debe ceder no lo hará sin antes revolverse como gato panza arriba con la pistola cargada entre las garras. Y nuestros gobiernos miran para otro lado, más preocupados por lo que pueda pasarles a sus amigos y socios gobernantes tiranos y a esas sucias relaciones que acabarán torcidas, si no deshechas, a la espera de nuevos esfuerzos negociadores con vaya usté a saber quien, que manda huevos lo atadito que lo teníamos todo y la que nos han liado esos muertos de hambre.

Pero esos famélicos, aparte de comer, lo único que desean es vivir tranquilos en sus casas, libres del pavor a verse exterminados como ratas bajo sus propios tejados. Nada más.

Miro de nuevo a esto que llamamos occidente y no encuentro rastro del paradero de la ONU, ni de la Corte Penal Internacional de La Haya, ni de cualquier otro órgano internacional creado para, supuestamente, velar por la justicia, la paz y la seguridad comunes (¿comunes para quiénes?).

Seguiremos inmóviles, incapaces de actuar en su ayuda, viviendo en nuestros nidos de comodidad desde los cuales no nos dejan advertir el acecho del halcón que sobrevuela lo poco que hemos ido conquistando, narcotizados por los mensajes que nos lanzan desde los medios, dormidos en el sueño profundo de la democracia. Ellos, los revolucionarios, quieren construirla. A nosotros se nos podría estar escapando ya.

1 comentario:

Gustavo D´Orazio dijo...

Daniel...claridad absoluta en tu post. Organismos que no actúan, gritos de libertad que se han olvidado por décadas...Pienso en nuestros años de dictadura, censura, manipulaciones, olvidos...¡Cuánto sufre cierta humanidad!. Tú, yo, millones, que no actuamos en la zona, en esas realidades lejanas y próximas, a la vez, podemos comunicar, narrar, explicar y sostener un pensamiento que colabore con las posibilidades de comprender los reclamos. Por otro lado, Daniel, te cuento que vi "El discurso del Rey", que tú muy bien reseñaste, y me gustó. Particularmente, por dar a conocer el rol de quienes secundan a un líder, quedando, muchas veces, al margen de la Historia. Abrazo.